Perdidos en el Century 21

Mi debilidad hacia los outlets es equiparable a lo que siento frente a un helado de yogurt con cerezas. En Nueva York, específicamente en la Cortlandt Street en Manhattan, tiene la entrada principal el mega templo de los descuentos: el Century 21.

Vale la pena una larga visita a esta tienda, y para ello es necesario tomar en cuenta varios factores:

• Ni se te ocurra ir con tu pareja. La mayoría de los hombres, para no decir todos, no siente la más mínima pasión por ver los precios originales tachados, con una nueva (baja y atractiva) cifra en la etiqueta de las marcas preferidas y en aquellas dignas de ser adoptadas.

• No puedes decir que vas a entrar por “un momentito”. Cuenta con un mínimo de dos horas y media para revisar (y esto a una considerable velocidad) los diferentes departamentos de ropa, accesorios y zapatos.

• Localiza los baños más cercanos, así evitarás pérdida de tiempo. Además, llévate agua y algo para picar.

• Si no eres buena con las matemáticas y tienes un presupuesto limitado, llévate una calculadora, y haz la promesa de que no vas a arruinarte ni a endeudarte aunque se te pongan por delante las botas de Jimmy Choo que siempre has querido tener.

• Ir con una amiga es lo mejor que puedes hacer, pero tiene que ser una buena consejera, debe estar al tanto de tus finanzas y ser muy sincera a la hora de probarte la ropa. Llevarte a tu mamá no servirá de mucho. Para las madres siempre serás la más hermosa aunque en ese vestidito de Donna Karan parezcas un bollo mal amarrado.

• Desconectate a todo tipo de aparatos tipo móvil, iPod Touch, iPhone, BlackBerry… Recuerda que estar “conectada” y “localizable” resta tiempo y concentración.

Podría seguir con esta lista, pero me pican los dedos para contar algo de lo que vi –o más bien viví- en esa súper tienda.

Una vez dentro de Centruy 21, se sufre una metamorfosis. Los compradores (también los hombres) toman un aspecto de zombies; la mirada perdida – pero concentrada en los precios y tallas-, la boca entreabierta y tragando en seco, viendo por el rabito del ojo el próximo destino, armando la estrategia para el ataque…

En el glorioso departamento de los zapatos, al que se accede por un pasadizo ubicado en el segundo nivel, el ambiente es de una algarabía con el volumen bajísimo; aquí se usan más las señas que las palabras, tal vez para evitar que “otra/o” se adelante para adueñarse de los Prada a mitad de precio.

Fue precisamente en el Shoe Store donde escuché un diálogo entre una pareja –comprobé que eran casados- de hispanohablantes. Él –muy enterado de todas las marcas- le buscaba a ella todos los zapatos en su número, y en el estilo que le convendría para tal o cual vestido que ya tenía colgado en el armario de su casa.

“Estos te van con el amarillo aquel que te compraste la semana pasada”. “Mi amor, estos se parecen mucho a la nueva colección de tal que salió en la Vogue de este mes, ¡son bellísimos!, déjame ver si hay de tu número…”. “Mira estos, si los hubiera en negro… ¡Aquí están, pruébatelos!”

Desconcertada y curiosa, perseguí a este dúo dinámico durante media hora, hasta que se dieron cuenta de mi presencia. Así que no me quedó más remedio que continuar mi expedición en búsqueda de mi tesoro en el Century 21.

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